30 años
La
vida de Pedro cambiaria para siempre el día que observo a su padre de la mano
de una mujer que no era su madre. Pedro era un niño que por las tardes y en
periodos vacacionales voleaba zapatos en la alameda central del centro de la
ciudad, junto con su amigo Joaquín compraron una grasa color café obscuro, una
brocha de pelo de caballo, un jabón de calabaza, un trapo de bolero, un cepillo
del número dos y dos cajones. Ese día él había salido más temprano a chambear
porque quería conseguir más clientes y ganar más dinero, ya que desde hace
tiempo estaba ahorrando para comprarse unos tenis que le gustaban. En aquel
momento era un preadolescente y los tenis representaban algo muy significativo
e importante, pensaba que esos tenis le darían estatus y lo haría más popular
con la niña que le gustaba.
Cuando vio a su padre caminando muy campante
con esa mujer, quedo petrificado, pues ya tenía edad suficiente para comprender
lo que estaba sucediendo. Desconcertado tomo el camión de regreso a casa, se
bajó a unas cuadras de donde regularmente lo hace y se quedó llorando unos
minutos en la banqueta, en lo que trataba de asimilar lo que sus ojos
presenciaron. Unos minutos después, llego a su casa y aun con los ojos húmedos
vio a sus padres sentados en el sillón más grande de la sala, frente al
televisor, viendo la telenovela Cuna de Lobos. La madre de Pedro no tiene
conocimiento del cóctel de amoríos que tiene su marido; observo como su madre
le hacía piojito a su padre y apresurado se fue a su recamara. Con los ojos
llenos de agua le conto lo que había visto a su hermano mayor Cesar y este solo
le dijo – no hagas drama-Esa noche Pedro intento cortarse
las venas con un cuchillo.
Pedro
tenía varias semanas tratando de convencer a sus padres de regístralo en el
seminario, a lo cual su padre se oponía y el apoyo de su madre no era
suficiente, sin embargo, esta experiencia seria el trampolín que lo impulsaría
a decidirse a estudiar en el Seminario Arquidiocesano de Monterrey, casa San
Pedro. Por fin pudo convencer a su madre de que lo apoyara en su misión de
convertirse en sacerdote, su madre fiel católica acepto. La noche previa a irse
le escribió una carta a su padre donde le explicaba lo que había visto. Se
levantó más temprano que de costumbre y antes de irse al seminario coloco la
carta en la bolsa de la camisa color verde aguacate que su papa se pondría ese día;
su madre tenía la camisa, un pantalón negro y un saco color gris, sobre la
silla media del comedor. Pedro jamás volvería a ver a su padre.
En
el seminario Pedro estudiaría su educación preparatoria y dos años de filosofía;
esto le dio consuelo y deseos de seguir viviendo. Al pasar a estudiar los tres
años de teología decide salir del seminario y estudiar la carrera de Psicología
en la Universidad, para posteriormente dedicarse a la docencia y a la
consultoría psicológica privada; trabajo que desempeño por muchos años.
Un
tarde fría del mes de enero, Olga, la madre de Pedro, recibió una llamada de Regina,
la hermana de su aun marido, le dio aviso que Ramón estaba muy enfermo, de cáncer en el estómago; y este pretendía
despedirse de cada uno de sus hijos, así que solicitaba, de la manera más
atenta, la presencia de cada uno de
ellos en Linares N.L, solicitud a la que Pedro se negó rotundamente, y aunque fue
criticado duramente por la familia de su padre, este se mantuvo firme en su
decisión; su tía Regina, tratando de cumplir el último deseo de su hermano,
trata de convencer a Pedro diciéndole que su padre lo está esperando, a lo que
este respondió, sin remordimiento alguno, que él lo espero treinta años.
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